martes, 29 de noviembre de 2011

Va de mestres...


Dedicamos la mayor parte del día a nuestro trabajo. Todo lo que ahí dentro pasa nos afecta a nivel personal, en mayor o menor medida.
No es raro oír que los docentes están quemados, que cada vez tienen menos autoridad, menos derechos y más responsabilidades... Y creo que todo eso es verdad. A pesar de no tener una larga experiencia, he trabajado en varios centros educativos y he visto maestr@s de todo tipo. Pero lo más común es ver caras agobiadas, desquiciadas, tristes, angustiadas... Frecuentemente por esa sensación de querer abarcarlo todo y no llegar, de querer empujar a esa niña y que no multiplica cuando toca, de sermonear a un chaval para que se esfuerce y finalmente no haga nada. Otras veces por la presión de las familias, por relaciones no siempre fáciles con l@s compañer@s. Profesionales muy válidos y con mucha voluntad, pero con una gran sensación de inseguridad y frustración.

Pero párate a pensar. Tú entraste en la educación para ayudar a aprender a niñ@s. ¿Cuántos de tus problemas diarios son causados por ell@s? Yo diría que más bien poquitos.
Somos nosotros quien apoyamos el sistema que tanto nos agobia: "tal mes todo el alumnado debe saber tal cosa". ¿Alguna vez un alumno os ha pedido eso? Nos piden aprender, sí, pero también nos piden que respetemos su ritmo de aprendizaje. Y como no lo hacemos, les forzamos. Y como les forzamos, se frustran. Y como se frustran, no lo consiguen. Y como no lo consiguen, nos agobiamos.
Somos los adultos quienes creamos los conflictos (ya sea entre la familia y los docentes o entre los propios compañeros). Nos pasamos la vida ayudando a resolver problemas a los chavales, cuando no sabemos resolver los nuestros. La base de la ansiedad laboral del profesorado: los adultos.
Algunos pensaréis que no es del todo cierto, que el alumnado sí que provoca malestar, por ejemplo, cuando manifiestan problemas de conducta. Pero, ¿no es cierto que cuando profesionales y familias luchamos unidas para solventar estos problemas, nuestra ansiedad disminuye? Primero, porque nos sentimos apoyados; segundo, porque los resultados son muchísimo más positivos.
Dentro de todo este sentimiento que no te deja estar del todo a gusto en tu trabajo, a veces se nos olvida por qué elegimos nuestra profesión. Entonces llegas un día a quinto de primaria. Se acerca ese alumno que te entrega su cuaderno de la unidad con unos días de retraso, sabiendo que no era lo correcto pero que tenía tu permiso dadas las circunstancias. Viene y te da el cuaderno con esta hoja adjunta. Te lo entrega con timidez y se marcha rápidamente.
De repente abres los ojos. Trabajamos para ell@s. Sólo ell@s, su evolución, su bienestar, deberían importarnos. "Gràcies per ser tan bona amb mi". Nos están agradeciendo la base de nuestro trabajo: lo que hacemos por ellos.  Te bajan a la tierra y te regalan la recompensa a tus esfuerzos. A veces parece que te miren y te digan "¡Profe, no te preocupes, a nosotr@s nos gustas!" Oyes un comentario, recibes una nota, una sonrisa en clase, o una cara de decepción cuando oyen que quizá se te acaba la sustitución. Y todo el alrededor te da igual. Tú y tus chavales. ¿Qué hacías todo este tiempo preocupandote por lo demás?

La recompensa de tu lucha, son sus avances. Y a veces incluso vienen acompañados de gestos de gratitud. No dejéis de enamoraros de ell@s. Os mantendrán viv@s.

Cada vez que veo esta nota de hace unos días, que todavía me tiene con una sonrisa de oreja a oreja, me acuerdo de esa escena de Yo soy Sam, en que Rita le dice a Sam: "Me preocupa haber sacado más de esta relación que tú".
Sí, creo que yo he sacado muchísimo más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario