jueves, 7 de abril de 2011

Gente del pueblo llano

Un día que te levantas y pesas dos kilos más que la última vez que te pesaste, necesita un buen final.

Resulta que un amigo muy artista ha expuesto unos gravados en un Centro Cívico (aunque físicamente se pareciera más a un palacete que a un centro cívico). No hace falta decir que los suyos, los mejores. La cosa es que la exposición eran en Les Tres Torres, un barrio de esos en los que se limpian el culo con papel de doble capa suave, no con el del Hacendado ni con el robado de apartamentos (ya sé que la expresión dice que se limpian el culo con billetes, pero por muy rico que seas no puedes ser tan gilipollas pa restregarte algo tan áspero por el ojete).

Nada más llegar, mi amigo ha tenido que hablar sobre su exposición, cuando él no sabía que tenía que hacerlo. Un discurso lleno de tecnicismos y grandes aportaciones al mundo del arte, en el que las frases más lucidas han sido: "he usado la técnica.... ayyy, es uqe no he estudiado", "compartir és viure" y "i què millor que fer aquesta exposició el dia del meu aniversari". Ole tú.

Pero lo importante del día de hoy ha sido el momento Hight class vs. Plebe.

Ha venido escandalizada una de las organizadoras diciendo que unos mendigos estaban acabando con la merienda que habían preparado para l@s asistentes. Se lo ha dicho a mi amigo y éste ha pensado: "pues coño, que se lo coman si tienen  hambre". Lo más bonito ha sido descubrir que los mendigos a los que ella se referían era gente del pueblo llano, normal y corriente, más concretamente familiares de otra de las chicas que exponía sus obras. Cuando nos hemos enterado supongo que hemos pensado lo msimo: "yo también debo parecerles un mendigo".
Sólo doy las gracias a haberme cambiado la ropa antes de ir. Vale que iba vestida del Brejka y de MariPaz, pero es creo que ir con el chándal Quechua que llevaba minutos antes podrían haberme llevado a Servicios Sociales.

Y dicho esto, animo a toda la gente que no tiene para comer a que vaya a estos actos, donde la comida en realidad es un capricho.

Y los barrios tan pijos no necesitan Centros Cívicos tan pijos, deberían cederlos.

Un beso desafortunado en el ojo, unos choricillos picantes y un regalo escrito con lápiz en una servilleta grasienta, han ayudado a superar el día de los dos kilos de más. Quizá mañana sean tres, pero que me quiten lo bailao.

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