jueves, 7 de abril de 2011

Las leyes necesitan una aplicación progresiva

Hace dos días que entró en vigor la ley que prohíbe fumar en cualquier sitio menos en tu casa, así de forma resumida. Y ¿qué pasa? Que como no se hace  una aplicación progresiva, una no cae, se pone a liar un cigarro y cuando se da cuenta (o cuando su amiga Nadia le grita: ¿qué haceeeeeees?) pues se lo está fumando en un restaurante. Sí, me he puesto roja como un tomate, todo el mundo se ha reído (más) de mí y encima no tengo excusa: había ido mil veces a ese restaurante en el que NUNCA se ha podido fumar.
Vamos, que no-aplicación progresiva no tiene la culpa, que la culpa la tiene mi parrismo crónico.

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